viernes, 29 de octubre de 2010
orquestando una depresion mundial para crear un gobierno mundial
En mayo de 2010, Dominique Strauss-Kahn, Director Gerente del FMI, declaró que, "la crisis es una oportunidad", y pidió "una nueva moneda global emitida por un banco central global, con una gobernanza sólida y características institucionales", y que el "banco central global también podría obrar de prestamista de último recurso." Sin embargo, dijo, "me temo que aún estamos muy lejos de ese nivel de colaboración global." [1] Bueno, quizás no tan lejos como podría parecer.
La noción de gobernanza global ha tomado un camino evolutivo hasta el día de hoy, con los actores e instituciones políticos y económicos construyendo incrementalmente el aparato de un gobierno global. En el mundo moderno, la gobernanza global es una red traslapada, entrecruzada y entrelazada de organizaciones internacionales, think tanks, corporaciones multinacionales, naciones, ONGs, fundaciones filantrópicas, alianzas militares, agencias de inteligencia, bancos y grupos de interés. La globalización - un término que se popularizó a finales de 1980 para referirse a expansión global de las corporaciones multinacionales - ha sentado los principios ideológicos e institucionales fundamentales de este proceso. La integración social, económica y política global no se producen al mismo ritmo, sino más bien, la integración económica y la gobernanza a nivel global han estado y seguirán estando por delante de los demás sectores de interacción social humana, tanto en el ritmo y el grado de la integración. En definitiva, la gobernanza económica global marcará el ritmo que seguirá la gobernanza social y política global.
En 1885, Friedrich List, un teórico alemán de la economía mercantilista escribió que cuando se llegara a la integración de una "unión universal o confederación de naciones", "Todos los ejemplos que la historia nos puede mostrar son aquellos en los que la unidad política ha liderado el camino, y la unidad comercial la ha seguido. No existe un solo ejemplo que pueda ser aportado en el que ésta última haya tomado la iniciativa, y creciera desde ahí."[2] El Siglo XX ha cambiado la tendencia histórica, haciendo que integración económica – la unión - sea seguida por la integración política. El mejor ejemplo de ello es la Unión Europea, que comenzó como una serie de acuerdos comerciales (1951), llevando eventualmente a una comunidad económica (1957), seguida de una unión económica (1993), seguida de una unión monetaria (2002) , y con el reciente Tratado de Lisboa, se encuentra ahora en proceso de implementar el aparataje de una unión política (2009). Mientras que este mismo modelo de gobernanza regional se está desarrollando a escala global en África, Sudamérica, Asia Oriental, los estados árabes del Golfo, y con la integración norteamericana y euro-americana, tiene a la vez lugar a nivel global. Con el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, los sistemas de comercio global fueron institucionalmente integrados, mientras que las principales instituciones económicas mundiales del FMI y el Banco Mundial, así como otras, incluyendo el Banco de Pagos Internacionales (BIS), aceleraron su gestión de la economía global.
El proceso de globalización ha consolidado un sistema económico global integrado, y ahora la crisis económica global facilitará la aplicación de la gobernanza económica global: para crear el aparato económico de un gobierno global, incluyendo un banco central global y una moneda global. Este proceso se aceleró de manera exponencial a través de crisis económicas, las cuales crean la necesidad, el deseo, la urgencia y los medios para establecer una estructura de gobernanza económica global, presuntamente con el pretexto de "prevenir crisis económicas" y "mantener" la economía global.
A las mismas instituciones y actores responsables de la creación de la crisis, se les da la tarea de determinar la solución, y les son otorgados entonces el poder y los medios para su aplicación: problema, reacción, solución. Crean un problema para provocar en una reacción particular, para a continuación, proponer una solución predeterminada. Cuando la presión debe ser aplicada a estados individuales que no están siguiendo los dictados de las instituciones de gobernanza global, el mercado se vuelve contra ellos en un bombardeo de la guerra económica, a menudo en forma de especulación con divisas y comercio de derivados. El resultado de esta guerra económica contra una nación es que entonces deba recurrir a estas instituciones globales para que vayan a su rescate: problema, reacción, solución.
La crisis económica global, que en realidad sólo acaba de comenzar, evolucionará en los próximos años en una Gran Depresión de Deuda Global, sumiendo al mundo entero en la mayor catástrofe económica jamás conocida. Este será el catalizador definitivo, la crisis más generalizada, y la mayor "oportunidad" para implementar la formación de un gobierno global. En 1988, The Economist publicó un artículo titulado "Prepárense para el Fénix", donde postula que para el año 2018, existirá una moneda global, a la que denominó "Fénix". La mención del fénix no es para pasar desapercibida, ya que simbólicamente, un fénix muere y de sus cenizas emerge un nuevo fénix. Es el símbolo de la destrucción como forma de creación; la encarnación definitiva de la crisis como una oportunidad. El artículo en The Economist reconoce este noción, con la idea de que el colapso económico y monetario probablemente conducirá a la formación de una moneda global, afirmando que, " Varias alteraciones en las tasas de cambio, unos pocos accidentes más en el mercado de valores y, probablemente, una caída o dos serán necesarias antes de que los políticos estén dispuestos a hacer frente a esa elección." Además:
Con el paso del tiempo, los daños causados por la inestabilidad monetaria que se va a generar, y las mismas tendencias permitirán que se posicione la utopía de la unión monetaria como posible... El fénix probablemente se gestará como un cóctel de monedas nacionales, así como los Derechos Especiales de Giro lo son hoy. Con el tiempo, sin embargo, su valor frente a las monedas nacionales dejará de importar, ya que la gente lo escogerá para comodidad y estabilidad de su poder adquisitivo. [3]
Esto refuerza aún más la noción de la crisis como una oportunidad, y estableció el deseo de formar una moneda global mucho antes de que cualquier crisis estimulara los llamados oficiales por una. En 2000, Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, declaró que, "si queremos tener una economía verdaderamente global, una única moneda mundial tiene sentido", y un ejecutivo del Banco Central Europeo afirmó que, "algún día podríamos tener una única moneda mundial", en "un paso hacia la situación ideal de un mundo totalmente integrado." [4] En 1998, Jeffrey Garten, ex Subsecretario de Comercio para el Comercio Internacional en la Administración Clinton, ex Director General de Lehman Brothers y miembro del Council on Foreign Relations, escribió un artículo para el New York Times en el que pedía la creación de una "Fed global" y señaló que "el mundo necesita de una institución que tenga las manos en el timón económico, cuando los mares se vuelvan tormentosos. Se necesita un banco central global."
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